A pesar de no contar con una gastronomía autóctona, en Itero del Castillo son muchos los elementos comunes a todas y cada una de sus casas, como por ejemplo los típicos productos de la matanza: chorizos, sabadeños y morcillas. La presencia de palomares abastece de pichones a sus dueños. En Carnaval son típicas las orejuelas. En esta misma época, pocos años atrás se celebraban la merendilla y la chocolatada, en dos domingos sucesivos, reuniéndose la gente por cuadrillas en casas particulares. Está también muy extendida la recolección de caracoles y setas, entre las que destaca una autóctona, conocida popularmente como cagarria.

El vino es, quizá, el elemento más significativo, que ha formado y sigue formando parte de la idiosincrasia del lugar, si bien hoy solamente se destina al propio consumo, dado que la presencia de majuelos cada vez es menor; se trata de un vino clarete o rosado, de sabor afrutado y fresco, resultado de la mezcla de uvas Híbrida, Mencía, Tempranilla, Aragonés, Blanco Jerez y Garnacha. Su calidad ha sido encomiada, cuenta siempre Pablo Arribas, por más de un buen conocedor del mundo vinícola.