Leticia Pérez /ICAL - Itero del Castillo (Burgos)

 

Daniel G. Rojo - El último pueblo de Burgos en la ruta francesa a Santiago ofrece descanso al peregrino en su albergue, buenas vistas desde su atalaya y mejor vino en sus bodegas

A las puertas de Tierra de Campos, Itero del Castillo se alza tranquila y majestuosamente hacia el cielo con su iglesia y su atalaya y hunde sus raíces en las profundidades gracias a sus bodegas. La espiritualidad y la hospitalidad se funden en este pueblo, el último del Camino de Santiago a su paso por la provincia de Burgos, que esconde joyas como su puente románico de once ojos, que delimita la frontera con Palencia, su albergue de San Nicolás o su iglesia, dedicada a San Cristóbal.

Tras calmar la sed y asearse en la fuente del Piojo, a cuyas aguas de manantial se les atribuye la capacidad de acabar con estos insectos, el peregrino se encontrará con el albergue de la villa, la ermita de San Nicolás de Puente Fitero, abierta de mayo a septiembre y regentada desde hace una década por la cofradía italiana de San Giacomo di Compostela, de Perugia. “Antes de que se reabriera la ermita, la gente ni pasaba”, afirma el alcalde de Itero, Salvador Martínez, orgulloso de que el Camino de Santiago haya dado nueva vida a este pueblo de cien habitantes, que en época estival triplica su población.

Junto a la fuente del piojo, el alcalde echa cuentas y señala que entre primavera y verano pasan por el pueblo “más de dos centenares de peregrinos”. “También en enero, y hasta nevando, te los puedes encontrar”, añade Miguel Ángel Rodríguez, agricultor y vecino de Itero. Nada más pronunciar estas palabras, los dos divisan en la lejanía, justo a los pies del alto de Mostelares, “uno de los más difíciles del Camino”, a una pareja de peregrinos, padre e hijo, procedentes de América Latina.

El albergue, una construcción del último tercio del siglo XII, puede cobijar hasta una veintena de caminantes entre sus anchas paredes de piedra, que si ahora intensifican el frío del ambiente, en verano refrescarán mejor que cualquier aire acondicionado. En sus alrededores, hoy zona de descanso y tierras de cultivo, se levantaron hasta el siglo XVIII las casas de Puente Fitero, una localidad desaparecida que tenía en la actual ermita su iglesia parroquial.

Si el peregrino se desvía del Camino menos de un kilómetro, encontrará el núcleo de la población, habitado desde tiempos neolíticos y bañado por el río Pisuerga, frontera natural entre Burgos y Palencia. Por encima de aleros y tejados, sobresale el torreón de Itero, único superviviente de lo que en tiempos fue una fortaleza. El programa Arquimilenios de la Junta de Castilla y León hizo posible que hace menos de una década la torre recuperara su antiguo esplendor.

La restauración integral volvió a vestir su interior con tres plantas y una escalera que permite acceder a un mirador sin comparación en la comarca, desde el cual el espectador puede maravillarse con los verdes de la vega del Pisuerga y los amarillos y ocres de las tierras de labor. A poco clara que sea la mañana, también se pueden divisar las localidades vecinas: Melgar de Yuso, Itero de la Vega, Lantadilla y Melgar de Fernamental, según explica Salvador Martínez, quien desde esa posición privilegiada señala las casas más antiguas de la villa, construidas “con tapial y entramados de madera”.

La iglesia parroquial

El otro vigía de Itero del Castillo es la torre, adornada con un cupulín, de la iglesia parroquial de San Cristóbal, en cuya planta se superponen los estilos románico, gótico y barroco. Del primero, sólo quedan una pila bautismal y otra de agua bendita. “Todos los domingos del año, un cura que viene de Burgos oficia misa, a la que asisten, en invierno, entre 10 y 15 personas”, relata el alcalde ante los pies del retablo mayor, dedicado al patrono de viajeros y conductores.

Antes de apagar las luces que iluminan las tres naves del templo y sus siete retablos barrocos, Martínez se detiene un momento para recordar las fiestas más importantes de la villa: el Día de las Cruces, que cada 3 de mayo se conmemora con “una gran tortillada”; el Día de Santiago, 25 de julio -también era el de San Cristóbal hasta que éste se trasladó en el santoral católico al 10 de julio-; y la Semana Cultural, que “se celebra justo después de la fiesta de Santiago” y que incluye “conferencias, conciertos y danzas”.

Tras una mañana de labor, o de intensa visita, la costumbre es descansar y alegrar paladar y estómago en una de las incontables bodegas que horadan las entrañas del pueblo. Compartir un vino, unas rodajas de chorizo y unos tacos de queso es un rito social y una costumbre obligada “por la mañana, para merendar y en la cena, bueno... a todas horas”, en palabras del albañil de Itero, Salvador Celis, dueño de una de esas bodegas en las que los habitantes de Itero disfrutan, al amor de unas brasas, con la comida, la bebida y el calor humano. “Más de un día, he comido aquí con peregrinos que han pasado por el pueblo”, rememora Celis, mientras observa el techo abovedado de su bodega, que él mismo ha construido.

“Al que venga, sea o no del pueblo, se le abre la bodega y se le invita a un vino”, recalca Salvador Martínez mientras dirige sus pasos, otra vez, a la salida del pueblo para presumir del último, y quizá más importante, hito del Camino de Santiago a su paso por Itero del Castillo: un magnífico puente románico, ampliado y remodelado en los siglos XII, XVI y XVIII. Por sus once ojos discurren como si nada importara, ni tan siquiera el paso del tiempo, las aguas de un río Pisuerga alegre, cristalino y caudaloso. Al otro lado aguardan al peregrino las tierras palentinas, plenas de tesoros románicos.
Leticia Pérez / ICAL
Iglesia de San Cristóbal, en Itero del Castillo (Burgos)
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El alcalde de Itero del Castillo (Burgos), Salvador Martínez (izquierda), conversa con el vecino Salvador Sélix (derecha), en una de las bodegas del municipio
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Salvador Sélix, vecino de Itero del Castillo (Burgos) en su bodega
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Dos peregrinos en el Camino de Santiago a su paso por Itero del Castillo (Burgos)
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Iglesia de San Cristóbal, en Itero del Castillo (Burgos)
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Iglesia de San Cristóbal, en Itero del Castillo (Burgos)
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Torre del Castillo de Itero del Castillo (Burgos)
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Salvador Martínez, alcalde de Itero del Castillo (Burgos)
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Iglesia de San Cristóbal, en Itero del Castillo (Burgos)
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Iglesia de San Cristóbal, en Itero del Castillo (Burgos
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Itero del Castillo (Burgos)
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Futuro albergue de peregrinos de Itero del Castillo (Burgos)
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Dos peregrinos en el Camino de Santiago a su paso por Itero del Castillo (Burgos)
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Ermita de San Nicolás de Puentefitero, en Itero del Castillo (Burgos)
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Interior de la ermita de San Nicolás de Puentefitero, en Itero del Castillo (Burgos)
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Miguel Ángel Rodríguez, hospedero de Itero del Castillo (Burgos), delante de la ermita de San Nicolás de Puentefitero
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Puente de Fitero, en Itero del Castillo (Burgos). Al fondo la ermita de San Nicolás de Puentefitero
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Puente de Fitero, en Itero del Castillo (Burgos)
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Salvador Martínez, alcalde de Itero del Castillo (Burgos), en la torre del Castillo